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Del 16 al 21 de Mayo, participará en el Festival Centroamérica Cuenta en Santo Domingo.

Ver el programa completo aquí: https://www.librosyletras.com/festival-centroamerica-cuenta-2023/

 

En una entrevista usted dijo que se hizo famosa, entre comillas, cuando a los 20 años escribió una poesía erótica, sensual, que causó un enorme escándalo y un montón de problemas. ¿Por qué cree que causó tanto escándalo? ¿A qué se le temía o se teme cuando una mujer escribe, por ejemplo, “quiero morder tu carne” y “el Big Bang fue el orgasmo primigenio” y “hasta que mi sexo explotó como granada”, por mencionar algunos versos?

 

Es casi increíble que, a estas alturas, todavía siga siendo noticia o notable que una mujer escriba poesía erótica. Las cartas a Nora Barnacle de James Joyce son, no sólo eróticas, sino pornográficas, escatológicas, pero nadie le ensarta a él un rotulito por eso. Yo, en cambio, ando con mi rotulito a cuestas. No me importa.  A mucha honra lo cargo porque además creo que el erotismo femenino es integrador, no separa el alma del cuerpo, y creo además que es el eje del poder de la mujer, el núcleo creador de vida. La sexualidad, la sensualidad son hermosísimas y las mujeres las vivimos desde un cuerpo que constantemente nos recuerda que somos seres físicos, no sólo espirituales. Y eso se nos ha tratado de negar. Se nos ha tratado de culpabilizar por nuestra belleza, por nuestro erotismo. Nosotras somos el Big Bang humano y por eso, como a la bomba atómica, nos temen y nos tratan de mantener sojuzgadas. Pero el eros femenino es esencial para la vida. Yo espero que algún día la humanidad descubra que las mujeres podemos iluminar el mundo con esa energía atómica que tenemos, porque la vamos a usar bien; pero se han pasado tanto tiempo temiéndonos y reprimiéndonos que hasta nosotras mismas a menudo nos tragamos esa historia de que nuestra sexualidad es peligrosa. Y nos queremos “pasar en limpio”, negar lo que somos. En mi poesía yo celebro el cuerpo femenino, todo el placer, el dolor y la maravilla de lo que es capaz.

 

Parafraseando unos versos suyos, ¿aún le siguen diciendo “cállate, no hables más de vientres y humedades… ya pronto tendrás nietos”?

 

Jajaja. No. Ya nadie me dice eso. Creo que ahora lo esperan de mí, lo cual demuestra que aún los prejuicios más enraizados, sobre todo cuando están enraizados en mojigaterías y falsos remilgos, pueden cambiar. Hay un efecto liberador, me parece, cuando uno es capaz de iluminar con belleza lo que tan frecuentemente se vela con cursilería o se ensucia con vulgaridad.  Contra quienes nos quieren hacer sentirnos culpables, yo opongo otra visión: la visión de la mujer que sabe que ser mujer es un privilegio, no una desventaja. Eso es lo que quiere celebrar este libro. Hombres y mujeres necesitamos VERNOS sin miedo, disfrutando la diferencia.

¿Qué ha significado la maternidad en tu vida? ¿Cómo cambió tu existencia después de ser madre? 

 

A nivel físico, la maternidad fue un viaje hacia la hondura de mi cuerpo; un conocerme por dentro y maravillarme ante el misterioso mecanismo por el cual las mujeres reproducimos la vida. A nivel emocional, la maternidad es realmente la experiencia de amarse, amando a otro. Es encontrar el amor más fuerte que uno tiene, fuera de uno mismo. Es un acto de posesión al mismo tiempo que de entrega. Al poseer al hijo uno se posee a uno misma, pero también se despoja de los límites del propio cuerpo, de manera que la maternidad es, intrínsecamente, generosa. Uno hace al hijo, pero, cuando se corta el cordón umbilical, uno se separa y la única obligación que sostiene el vínculo con ese nuevo ser, es el amor.

 

¿Cómo has hecho para balancear el tiempo que le dedicas a la literatura y a tus hijos?

 

Es siempre difícil medir esos tiempos y calcular cuánto es lo apropiado para uno y otro.

Creo que los hijos necesitan madres realizadas y felices, que los dejen existir y conocer sus propias posibilidades para asumir sus vidas y desarrollar la responsabilidad. De manera que pienso que una madre también está siendo buena madre cuando dedica tiempo a su propio crecimiento, a las cosas que la hacen sentirse plena y feliz. Esa plenitud luego es la que compartirá con sus hijos. Yo he tratado de dar a mis hijos tiempo cualitativo; de compartir con ellos lo que sé, lo que he vivido, de ser su amiga, de no ponerme por encima de ellos, ni pretender ser Doña Perfecta. He hablado mucho con ellos. Creo que la crianza de un niño no es la labor de una sola mujer. Es la labor de la familia: padre, abuelos, amigos. Creer que sólo sobre la madre descansa esta responsabilidad es la primera injusticia de la que hemos sido víctimas las mujeres.

  1. ¿Por qué la poesía?  ¿Por qué este género literario para expresarse artísticamente?

 

¿Por qué Van Gogh escogió el amarillo o Picasso el azul? La paleta está llena de colores, pero el paisaje interior que uno quiere expresar encuentra su manera apropiada de hacerlo. He escrito poesía, pero también prosa: tres novelas, un libro de memorias, un cuento para niños. También escribo artículos para los diarios.

 

Cuando me posee un sentimiento o una idea hay un proceso intuitivo que me indica cuál es el mejor medio. Ciertas emociones sólo puedo expresarlas en poesía, así como me sobrevienen historias o ideas que requiere de la prosa para decirse. Quizás empecé siendo poeta porque en mi país se venera a Rubén Darío y existe un gran amor por la poesía.

 

  1. Se ha dicho que los poemas de un poeta son en sí una sola obra, un solo libro, ¿qué mundo intenta usted crear o recrear en su obra?

 

Me seducía y seduce la idea de un mundo inocente, igualitario, donde el hombre y la mujer no estén divididos por luchas de poder, donde el cuerpo y el alma tengan el mismo valor, donde la mujer no pague su rol biológico de reproductora de la especie con sometimiento; un mundo armónico, verde, donde la vida y la muerte, el dolor y la alegría existan con naturalidad uno al lado del otro.

 

  1. ¿Por qué la poesía parece haber perdido campo frente al género de la novela en Latinoamérica?

 

No tengo una respuesta categórica. Pienso que quizás la poesía hermética de la post-modernidad hizo que el lector se sintiese excluido. Hoy muchos poetas parecen escribir sólo para otros poetas, hacen un arte para conocedores, pero yo no creo que el público latinoamericano haya perdido su amor por la poesía. Benedetti, por ejemplo, es amado y leído por las multitudes, lo mismo que Neruda.  No creo que es un problema de la poesía, sino más bien de cierta poesía. Por otro lado, quizás el arte de leer poesía, que obliga a la introspección, a la reflexión, sea menos corriente ahora. Pienso que mucha gente ha perdido la costumbre de recorrer su paisaje interior. Quieren entretenerse, salirse de sí mismos, vivir otras realidades. El pulso de la vida moderna es más afín a la novela, en tanto la poesía se parece más al sillón del sicoanalista.

 

  1. Ha surgido una gran vitalidad entre las mujeres poetas, ¿qué traen las poetas a la poesía que parece anunciarla en nuevos tonos?

 

Creo que aportamos la noción de integralidad entre el alma y el cuerpo; que proponemos unir la identidad escindida por el racionalismo o, en el otro extremo, por el dogmatismo religioso. La lengua materna de la mujer es el lenguaje de las emociones, por esto quizás tenemos acceso a niveles mágicos y secretos de los sentimientos humanos. Por otro lado, hay experiencias propias de la mujer como la maternidad, la percepción de la relación entre el cuerpo y la siquis, la sexualidad como continuidad de la conversación con el amante, que son ángulos característicos del propio género y que dan una visión femenina de la realidad. La marginalidad de la mujer en la literatura casi hasta el siglo XIX hace que esto se vea aún como novedoso.

 

 

  1. ¿Qué diferencias o similitudes encuentra usted entre la poesía creada por usted y la poesía creada por el supuesto canon poético femenino como Gabriel Mistral, Delmira Agostini, Juana de Ibarborou y Alfonsina Storni, sólo para mencionar algunas?

 

La poesía es una destilación de la intimidad del poeta o la poeta. Si bien entre todas las que menciona y yo, existe la comunalidad de la experiencia humana, cada una de nosotras es muy diferente de la otra. Somos producto de diferentes historias colectivas y personales. Por lo mismo nos diferenciamos en la manera de aproximarnos a la realidad particular de cada una. Pero, como digo, hay vasos comunicantes, muchos vasos comunicantes a partir de ser Latinoamericanas y de ser mujeres.

 

  1. Se ha hablado sobre la claridad y la transparencia en su poesía, ¿cómo se logra manifestar esto sin caer en personalismos ni barroquismos literarios?

 

Yo no escribo para esconderme, sino para desnudarme. Contar mi experiencia como ser humano, compartirla, es lo que me motiva. Y trato de hacerlo tan bellamente como puedo, sin obsesionarme por las arquitecturas verbales, sino más bien por las posibilidades de la comunicación. Me interesa la claridad, la transparencia porque de alguna manera escribir es para mí una manera de aclararme las cosas a mí misma. Escribiendo busco sentirme acompañada.

 

Ahora, en los personalismos caigo porque mi poesía es muy personal…y en los barroquismos, seguramente, porque soy también hija de Quevedo y nicaragüense para remate.

 

  1. Hay un sentir innovador, revolucionario en su poesía, ¿de dónde nace?

 

Pienso que nace de mi experiencia social, revolucionaria. Yo viví un tiempo en mi país en que los sueños más descabellados se hicieron realidad y desde entonces nadie me puede convencer de que soñar es locura o de que los sueños no son posibles. Yo me imagino que esa convicción de creer en las ilusiones se trasluce en mi manera de escribir. Yo creo en las visiones. Creo que los artistas ponemos imágenes en la mente de las personas. Si las visiones que creamos son hermosas, quizás habrá quienes se atrevan a salir en pos de esas realidades utópicas, sean éstas ideas de sociedades o ideas sobre una manera de relacionarse más libre y hermosa entre los seres humanos.

 

  1. ¿Qué funciones, si acaso, tienen el idealismo y el romanticismo en su poesía?

 

Soy una romántica materialista. Creo que no hay que creer en algo más allá del ser humano y de este mundo para imaginar el cielo. Yo creo que los seres humanos tenemos la capacidad de lograr la justicia y la felicidad y que las grandes aspiraciones, los grandes ideales son esenciales para crecer y realizar todo el potencial humano de que somos capaces. El romanticismo para mí es la antípoda del cinismo y en estos tiempos en que es tan fácil atrincherarse en el cinismo, el romanticismo me parece un estado de rebelión necesario. Claro que tengo mis momentos en que me parece absurdo ser romántica y en que la realidad me parece insuperable y espantosa.  Afortunadamente siempre suceden cosas que me devuelven mi fe en la resistencia del espíritu humano. O sucede algo que afirma mi convicción en la necesidad de la belleza, de la poesía.

De esas contradicciones nacen los poemas.

 

  1. ¿Qué futuro le ve usted a la poesía en América Latina? 

 

Mientras hablemos y pensemos, habrá poesía. No sólo en América Latina, sino en todo el mundo.

The 2006 Hans Christian Andersen Medal for Illustration recognizes one of the great innovators and experimenters of contemporary children’s book illustration. Wolf Erlbruch masters an array of artistic registers, is as at home citing and combining artistic styles of the 19th and 20th centuries as he is inventing new ways to reach out to children of all ages. Sometimes simple and elemental, at other times dense and intricate, he is always playful, humorous, and philosophical.

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El discurso autobiográfico: una práctica para la resistencia. Una lectura de El país bajo mi piel de Gioconda Belli

Claudio Patricio Cid

En las postrimerías del siglo XX,  discursos que se tenían como válidos empiezan a ser puestos en tensión produciendo un cambio de enfoque en el momento de leerlos. A sí mismo, los grupos que hasta ese momento fueron minorías, que poseían un discurso que estaba en los límites de la esfera hegemónica, comienzan a reclamar sus derechos y un puesto  en la sociedad para ser reivindicados. Dentro de estos encontramos agrupaciones raciales, políticas, sexuales, etc.;  lo que demanda una posición en el momento de hacer una mirada sobre ellos.

Estos cambios plantean reformulaciones en el concepto de identidad que la alejan de concepciones  deterministas. A partir de ahora la identidad debe ser vista no como algo dado, impuesto por herencia ni como determinismo social; sino que es “una construcción nunca acabada, abierta a la temporalidad, a la contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias”[1]

En el nuevo contexto de “construcciones de la identidad”, el género de la autobiografía, hasta entonces bajo el dominio de una cultura patriarcal, era de uso prácticamente exclusivo del hombre, cobra protagonismo la mujer no sólo en la voz autorial sino también en el mundo referenciado  . Después de los años 80  comienza  la producción de autobiografías de mujeres donde ellas son parte del discurso, desde el protagonismo, en oposición a las autobiografías masculinas donde la mujer estaba dentro de ella como sostén o acompañantes del hombre.

Antes de continuar queremos aclarar que no estamos acotando la aparición de la mujer en la producción de autobiografías a una determinada década, sino que es en ese momento donde la mujer aparece con más fuerza, recordemos que ya desde el barroco hispanoamericano hay producciones importantes de este género.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho vamos a tomar una obra y una autora como referente, que si bien no es muy trabajada en los ámbitos académicos, sí es muy leída en los círculos donde se realizan estudios de género como es el caso de Gioconda Belli.

Gioconda Belli nace en Nicaragua, es una escritora que se desarrolló tanto en el campo de la poesía durante la década del 70 como en la narrativa durante los 80 y los 90. En el año 2001 publica El país bajo mi piel. Memorias de amor y de guerra, obra que abordaremos a continuación.

Para nuestra lectura nos posicionaremos desde el concepto de alegoría, donde podemos señalar dos ejes semánticos: uno de carácter personal y otro desde lo colectivo. Al unirse ambos ejes se puede ver una relación directa entre mujer, pueblo y revolución; es decir, ver cómo se produce una simbiosis desde lo individual con lo colectivo y cómo los dos inciden mutuamente.

Vemos necesario nombrar los títulos que la componen porque desde el principio hay una marca de la dicotomía a la que hacía referencia anteriormente: en el título de la obra El país bajo mi piel. Memorias de amor y de guerra encontramos la alegoría que rige a la obra , y la vemos en la fusión sexual entre el país, territorio, y la mujer, sujeto de la enunciación;  en el subtítulo encontramos el término “memorias”, la memoria es dentro de la clasificación de los textos biográficos o autobiográficos,  el discurso que tiene como fin plasmar los acontecimientos que le suceden a un colectivo social con el objetivo de dar testimonio, en oposición a los autobiográfico que centran su enunciado en el “yo” individual. Pero estas son  memorias de amor y de guerra, que si lo vemos desde un sentido simbólico son las memorias de Venus y de Marte, de lo femenino y lo masculino, de la vida y de la muerte, pero que en ambas se encuentran regidas por una fuerza interior como es la “pasión”, lo que mueve al amor y a la guerra son las pasión de quien las lleva a cabo y cree ciegamente en ellas.

Los títulos de cada capítulo engloban un concepto bastante relacionado con el  tema mitológico como es el del viaje mítico del héroe, un viaje de autodescubrimiento; que está estrechamente  relacionado con el autodescubrimiento del país, refiriéndonos al colectivo, al pueblo que va enfrentar transformaciones que desde una primera mirada van a ser trascendentales y que luego se van a cuestionar.

Veamos en que contexto se enmarca su vida y su posición como mujer en Nicaragua; ya sabemos dónde nació, pero ahora veamos cuál es su referente social: Belli pertenece a una familia conservadora y burguesa en la época de la dictadura somosista, pero que no comulgaba con dicho régimen, recibe una formación tradicional en un colegio católico y estudios universitarios en Filadelfia graduándose como publicista, se casa joven pero su carácter no es compatible con la monotonía del matrimonio.

Tomando como referente  la familia, Belli construye su discurso identitario a partir de la oposición con el discurso materno.

“Poco antes de que yo saliera de la recepción hacia la luna de miel me llamó aparte.

Una mujer debe ser una dama en su casa, pero no en la cama. En la cama con tu marido podés hacer lo que quieras. Nada está prohibido. Nada. – recalcó.

Desde que yo era pequeña me habló siempre del cuerpo humano con reverencia.   Decía cuerpo humano con la misma entonación que otras señoras, amigas de ella, decían Jesucristo, o sea, como refiriéndose a algo sagrado.[2]”

Pero Gioconda ve la sexualidad como una liberación, como una bendición de la Naturaleza que la hace sentirse orgullosa de ser mujer y eso lo siente con su primera menstruación

“En la adolescencia, cuando se dio cuenta que la luna, las mareas y las hormonas estaban a punto de revelarme los secretos que la Naturaleza reserva a las mujeres, me llamó a su cuarto una tarde a mi regreso del colegio… Aunque su intención era seguramente inculcarme la responsabilidad de la maternidad, sus palabras acerca del poder de la feminidad en una mente joven y sin prejuicio como la mía, despertaron ecos que trascendían la mera función biológica. Yo era mujer… Eramos la obra maestra de la Naturaleza[3]”

Esta concepción que tiene del cuerpo,  de la sexualidad y su relación con la Naturaleza, combinación bastante frecuente en los escritores latinoamericanos, hacen que se pueda leer el cuerpo como un territorio en términos de  Delleuze y Guatari[4], territorios donde se pueden escribir una cartografía, el territorio del cuerpo se extiende a su país.

Una vez casada, siente que su vida está falta de sentido, que el matrimonio la ahoga,  y comienza a trabajar en una agencia publicitaria, a relacionarse con sus compañeros y allí con la disidencia; ve que su vida puede completarse ayudando a romper las ataduras de la dictadura del país al que ama; luchando contra la tiranía, las reglas de la sociedad conservadora que imponen definiciones en el imaginario social a las cuales las minorías deben estar sometidas y al patriarcado.

Al unirse a la Resistencia, comienza una nueva etapa de su vida, una nueva formación que dista mucho de los paradigmas burgueses y católicos, comienza la lectura de Galeano, Chomsky, Frantz Fanon, Marcuse, y todo tipo de literatura contrahegemónica, y  comienza también su incursión en la poesía:

“No se en qué orden sucedieron las cosas. Si fue primero la poesía o la conspiración. En mi memoria de ese tiempo las imágenes son luminosas y todas en primer plano. La euforia vital encontró cauce en la poesía. Apropiarme de mis plenos poderes de mujer me llevó  a sacudirme la impotencia frente a la dictadura y la miseria. No pude seguir creyendo que cambiar la realidad era imposible. Me poseyó un estado de ebullición. Mi cuerpo celebraba su afirmación. El simple acto de respirar me daba placer . me tragaba el mundo por la nariz y la sensación de plenitud era tal que dudaba que mi piel pudiera contenerme.[5]

Y es en este momento cuando se identifica con el Quijote, ella se autoproclama  como una “Quijota”, y vamos a ver al final que está homologación está relacionada íntimamente con ella.

Una vez dentro del Frente Sandinista , y su actuación activa en el mismo ,  primero como correo, luego realizando reuniones en su casa; empieza a ser perseguida por las fuerzas de seguridad del gobierno que la  llevan al exilio; cuando llega a esta situación su matrimonio ya había terminado hacía tiempo y tenía una relación muy importante con uno de los cabecillas de este grupo, el único hombre que hasta el momento la había hecho sentir una mujer, un hombre que “exploraba su ser”. El exilio va a significar la separación de su familia , pero todavía sigue convencida de sus ideales.

En1979, año trascendente en la vida de Nicaragua y también en la suya. Es en este año que concluyen cuarenta y cinco años de dictadura y se conforma un gobierno provisional del Frente Sandinista, cuya presidente es Violeta Chamorro, una mujer, todo esto embargaba de expectativas al País y a ella, pero es a partir de este momento que se produce un cambio en su vida y los ideales que cimentaron todos estos años empiezan a ceder . Lo que más le impacta son las posturas encontradas dentro del partido sandinista y sobre todo un viaje que realiza a la Unión Soviética, cuna de la ideología marxista que tenía como cabecera la Revolución,  encuentra que este centro anticapitalista, donde teóricamente todos eran iguales, conoce dos caras de una misma moneda, por un  lado las instalaciones del gobierno eran fastuosas como así sus cenas, donde los personajes importantes vestían de gala , los militares con el pecho cruzado por condecoraciones y los popes con trajes ortodoxos[6]. Pero lo que más sintió fue que en el momento de alojarla , a los hombres se los ubicara en la planta alta y a ella en una habitación pequeña de la planta baja, la pregunta era dónde estaba aquella igualdad que profesaban y los diferenciaba de los liberales contra los que ellos combatían. Y la mujer en los países socialistas la ponían de nuevo en la casa, separada del poder político, pero sus ilusiones  eran otras

“En Nicaragua no sería lo mismo, me decía, nosotros encontraremos la fórmula  para lograr el balance entre lo individual y lo colectivo, construiríamos un sistema en el que coexistieran distintas formas de propiedad, diversos partidos políticos. Ése sería nuestro aporte a estos ensayos de utopía que no conseguían despojarse de aires lúgubre y coercitivo.[7]

Su vuelta  a Nicaragua no fue precisamente la que  esperaba, donde podría empezar a forjar sus sueños de un país distinto. Las actitudes del gobierno hacia los habitantes cambiaron totalmente, se despojó de armas a la población  y de revolucionarios pasaron a ser empleados públicos, y los dirigentes empezaron a discriminar a los burgueses que se habían unido a la Revolución  se les cobraba la cuna de donde venían, y lo peor que esta cobranza venía de parte del hombre con el que compartía su vida.

Pero estos hechos son los que la llevan a replantearse su papel como mujer, que hasta el momento lo creía tener claro y sobre todo su postura frente al amor y a los hombres.

“No sabía estar sola. Me había arriesgado a las balas, a la muerte, traficado con armas, pronunciado discursos, ganado premios, tenido hijos, tantas cosas, pero no sabía como era la vida sin que la ocupara el pensamiento de un hombre, el amor de un hombre. No sabía quién era yo sin la referencia de alguien que me nombrara y me hiciera existir con su amor. No iba a renegar de los hombres , pero ya no quería depender afectivamente de ellos o dotarles de un poder de vida o muerte sobre mí.[8]”

Como señalamos anteriormente, ella se siente una Quijota y actúa como tal luchando por ideales y  teniendo como objetivos el amor y el país, pero al igual que al Quijote llega un momento que despierta a la realidad y lo que tiene a su alrededor la decepciona. Y de su sueño por una nación distinta se aboca  a su “yo”  pero esta vez desde lo individual.

Lo paradójico  de su vida es cuando conoce a un periodista norteamericano, Carlos, su actual esposo, con quien se relaciona estando dentro de la vida política nicaragüense, y que en un determinado momento tiene que tomar una opción, y es la de vivir en Estados Unidos, país con el cual se encuentra enfrentada ideológicamente, pero nuevamente es un hombre el que la lleva hacia allá.

Habiendo hecho un paneo a lo largo de la vida de Gioconda Belli, tomando los puntos más relevantes en su trayectoria en la política y en la vida privada podemos arribar a las siguientes conclusiones:

La autora se construye, a lo largo de su narración, desde dos ejes: primero el eje personal, donde se establece una lucha interna entre lo conservador y lo radical , con una idea clara de no ser parte de un sistema social que  la sumerja dentro del “eterno femenino”; desde el eje colectivo refleja una  rebelión pero esta vez desde lo político , también desde la resistencia oponiéndose a un sistema dictatorial. Ambos ejes responden a un dispositivo netamente patriarcal.

Dentro de ese eje colectivo nos encontramos con otro elemento que hace que entre en tensión , y comience una crisis interna: el Poder. Su pregunta radica en si una mujer es capaz de entrar en el círculo del poder, sin encontrarse obstaculizada por su condición sexual, y la respuesta es NO, no porque por más que de un sistema dictatorial, patriarcal y tirano, este nuevo sistema , que estaría del lado de los subyugados, oprimidos, ve que el poder sigue siendo un sustantivo masculino.

En cuanto a la construcción de la sexualidad, esta pseudo independencia sostenida por sus actividades revolucionarias, se ve quebrada, al momento de quebrarse su País, porque  Nicaragua es su espejo, el que muestra los cambios que van teniendo. Si bien hay una unión, en un primer momento con su tierra, la decepción es por partida doble , el incumplimiento de sus ideales políticos y el fin de sus relaciones con los hombres de la revolución a los cuales estaba ligada sentimentalmente, la vuelven a poner en un dilema: debe nuevamente autodefinirse como mujer y mudarse a una nueva tierra, se produce una desterritorialización, poniendo en marcha nuevos sentimientos y trazando nuevos mapas en su vida.

Siguiendo a Lipovetsky[9] la mujer de los últimos tiempos tiene la capacidad de autocrearse, esto no significa que su imagen haya tenido un vuelco de 180 grados con respecto a la mujer de principios de siglo, en la que los “posibles” han reemplazado a los paradigmas colectivos; esto producto de una sociedad abierta en que las normas al ser plurales y selectivas enmarcadas en las estrategias heterogéneas que permiten opiniones y arbitrajes individuales.

Para finalizar le vamos a dar la palabra a la autora:

“El futuro es una construcción que se realiza en el presente… Mis muertos , mis muertes , no fueron en vano. Ésta es una carrera de relevos  en un camino abierto. En Estados Unidos, como en Nicaragua, soy la misma quijota que aprendió, en las batallas de la vida, que si las victorias pueden ser un espejismo, también pueden serlo las derrotas.[10]

Bibliografía consultada y citada

AMÍCOLA, José (2007) Autobiografía como autofiguración . Estrategias discursivas del YO y cuestiones de género. Beatriz Viterbo Editora, Rosario

ARFUCH, L. “Problemáticas de la identidad”; en ARFUCH (Comp) (2002) Identidades, sujetos y subjetividades. Prometeo Libros, Bs. As.

BELLI, Gioconda, (2001) El país bajo mi piel. Ed. Plaza – Janés

DELLEUZE, Gilles ; GUATTARI, Félix . (1980) Mil Mesetas. Ed. Pre- Textos.

LIPOVETSKY, Gilles. (1999) La tercera mujer. Ed. Anagrama. Barcelona.

ROBIN, Regine (1996) Identidad, mito y relato.  Cuaderno de posgrado 5. CBC.  Facultad de Ciencias Sociales.

Buenos Aires.

(2002) “La autoficción: el sujeto siempre en falta”; en ARFUCH (Comp) (2002) Identidades,

sujetos y subjetividades. Prometeo Libros, Bs. As.

RODRÍGUEZ, Ileana.(1996) “Conservadurismo y disención: el sujeto social (mujer/pueblo/etnia) en las

narrativas revolucionarias” Revista Iberoamericana n° 176 – 177. Julio –

Diciembre


[1] ARFUCH, L. Problemáticas de la identidad; en ARFUCH (comp.) (2002) Identidades, sujetos y subjetividades. Prometeo Libros, Bs. As. p 21

[2] BELLI, Gioconda, (2001) El país bajo mi piel. Ed. Plaza – Janés. p. 45

[3] BELLI, Gioconda, Ibidem. p. 46

[4] DELLEUZE, G; GUATTARI  . (1980) Mil Mesetas. Ed. Pre- Textos.

[5] BELLI, Gioconda, Ibidem. p. 62

[6] BELLI, Gioconda, Ibidem. p. 366

[7] BELLI, Gioconda, Ibidem. p. 367

[8] BELLI, Gioconda, Ibidem. p. 377 – 378

[9] LIPOVETSKY, G. (1999) La tercera mujer. Ed. Anagrama. Barcelona. P. 218 – 221

[10] BELLI, Gioconda, Ibidem. p. 411

Por Guillermo Cortés Domínguez (*)

En la novela “El infinito en la palma de la mano”, su autora Gioconda Belli pareciera otra persona, muy distinta de la que realmente es, no porque aborde el tema de los primeros habitantes de la Tierra y del Paraíso Terrenal y la desaparición de éste, sino que por su relato puede ser percibida –aunque no lo sea– como una ferviente católica y conservadora mujer tradicional sojuzgada bajo una concepción religiosa y machista. Durante casi toda la obra ella parece muy cómoda desarrollando como en un ensueño el enfoque idealista católico sobre el surgimiento de la humanidad a partir de Adán y Eva, el Paraíso Terrenal, el Árbol del bien y del mal y la fruta prohibida, la Serpiente, y el nacimiento de Caín y Abel y de sus hermanas Luluwa y Aklia.

Resulta inusualmente llamativo y contradictorio este enfoque idealista, conociendo que la escritora no se caracteriza precisamente por abrazar una cosmovisión místico-religiosa. Igualmente se percibe como muy fuera de lugar que una feminista tan caracterizada como ella pareciera asumir acríticamente el mito de que Eva nace de una costilla de Adán (poderosa simbología justificativa de una pretendida superioridad del hombre y por consiguiente de subordinación de la mujer), lo cual ella narra como un cuento de hadas en el mismo inicio de su obra, a partir del sexto párrafo, en oraciones que suman 34 líneas. Adán vive el fantástico momento de “dar a luz” a Eva, como si estuviera en un trance.

Contra su costado, la tierra húmeda aspiraba y exhalaba imitando el sonido de su respiración. Lo invadió una modorra sedosa y mullida. Se abandonó a la sensación. Más tarde recordaría el cuerpo abriéndosele, el tajo dividiéndole el ser y extrayendo a la criatura íntima que hasta entonces habitara su interior (…)”. (P. 19:237)

“Despertó recordando su inconsciencia. Se entretuvo reconociendo las facultades de su memoria, juzgando a olvidar y recordar, hasta que vio a la mujer a su lado (…)”. (Idem)

Toda la historia de Adán y Eva en El Paraíso, desde la primera palabra de la novela hasta casi la última (exceptuando algunos diálogos y párrafos finales), parece transcurrir desde el enfoque mágico-religioso, donde reina la generación espontánea y la falta de raciocinio y de explicaciones, hasta que la autora sorpresivamente culmina su historia entrando a un bosque donde deja ir para siempre a su transformada hija Aklia, que feliz se integra a una manada de monos, y le dice: Algún día hablarás de nuevo. Ahora vete. ¡Corre, hija, ve y recupera el Paraíso!, con lo que la concepción racionalista, evolucionista, de Charles Darwin, que parecía ignorada, se muestra de una manera tan rotunda, que prevalece en esta saga de ficción.

Siguiendo el tratamiento que la escritora le da a su personaje Aklia, que parece ser la figura central de su novela, y no Adán ni Eva, quizás logremos identificar un aspecto de la clave de su escritura, de su arquitectura, de la relojería que ha utilizado en su urdimbre espacial y temporal. Aklia es la clave para desentrañar su trama narrativa.

No crean que el final racionalista es antojadizo, que la autora de súbito cambió de opinión, sino que con destreza ella fue tejiendo una telaraña imperceptible, casi invisible, fue dejando con sutileza, a partir de la página 179, tenues indicios que justificarán su categórico enfoque de cierre. Llama la atención la manera directa y sencilla, casi simple, con que hace sus planteamientos, sin preocuparse por explicar ni profundizar, pero de tal manera, que consigue que todo sea creíble. En las últimas cincuenta y ocho páginas va tendiendo sus trampas en las que inevitablemente vamos a caer. ¿O la verdadera trampa son los 179 folios iniciales de pura inocencia, magia e ignorancia?

Debo confesar que para aproximarme a la urdimbre articulada subrepticiamente por la escritora, leí de nuevo todo lo relacionado con el personaje más misterioso y atractivo de la obra, que al final del libro se nos revela representando el enfoque evolucionista, y que es Aklia, la menor de los cuatro hijos de Adán y Eva, a la que no “descubrí” en su singular rol, sino hasta llegar a los últimos párrafos. Subrayo que solo con la relectura me fue posible “desentrañar” las migas de pan que con dosificación calculada va dejando la autora para que el final no nos parezca extraño, sino que lo aceptemos como lógico y verosímil. Es decir, la mayoría de las pistas “no las vi” la primera vez, al menos no las registró mi consciente.

Un personaje fascinante

En la segunda lectura fue toda una sorpresa encontrar tantos indicios relacionados con el desenlace, el cual, de todas maneras, no me había parecido tirado de los cabellos, pues me inspiró credibilidad, aunque fue sorpresivo. Y Aklia apareció como un personaje fascinante. Esto me produjo una inquietante certeza alrededor de que el hecho de no haber percibido conscientemente esas señales, no significaba que éstas no hubieran sido registradas por mi inconsciente, y que, por tanto, contribuyeran a la credibilidad de los planteamientos racionalistas culminantes de la autora, lo que, al fin y al cabo, es el gran objetivo de los escritores de ficción.

También debo decir, aunque parezca obvio, que por mucho la segunda lectura no tuvo la espontaneidad de la primera, y que, más bien privó en ella el deliberado y único propósito de encontrar elementos pasados por alto en la primera mirada, que se relacionaran con el desenlace de la novela. Este es un tipo de lectura fría, técnica, en la que expresamente se indaga solo acerca de determinados elementos, y no otros, porque sabía qué buscar específicamente, gracias a que ya conocía el final. Y así es relativamente fácil reconocer esas pistas. Hubiera sido grandioso haberlas visto la primera vez, como seguramente les ocurre a lectores y lectoras más avezados.

Así, los primeros síntomas aparecen en la página 179, cuando la escritora relata el nacimiento de Aklia y la describe como una criatura diminuta, los ojos apretadamente cerrados, la cara cubierta de vello oscuro, la frente abombada, los labios demasiado grandes. (…). Como ya sabemos que Aklia se unirá a una manada de monos, esta descripción que antes no nos dijo nada, ahora se nos revela como el primer indicio que deliberadamente Gioconda Belli deja caer, para que los rasgos de la niña se asocien a los de un simio. No contenta con ello, apenas dos líneas después pasa de la insinuación a una afirmación terminante: Adán se paseó con Aklia por la cueva. La llevó junto al fuego. La miró y dijo que parecía una mona, no un ser humano. El “venenito” fue vertido por segunda dosis en la copa de vino que estamos tomando.

Diez líneas después, aparece un refuerzo de la idea que la escritora nos quiere vender: Nadie como ella para subir a los árboles, bajar dátiles de la copa de las palmeras. (…). Al final del párrafo, la autora nos remata: Aklia le parecía a ella (a Eva) más fuerte, más cercana a la esencia de cuanto les rodeaba. Unas veces es explícita (nadie como ella para subir a los árboles), otras, apenas sugerente (más cercana a la esencia de cuanto les rodeaba), siendo los animales la esencia de lo que les circundaba. En la siguiente página, Belli lanza otro atisbo: En medio de su caminata sin rumbo, Adán vio a Aklia cruzándose de una rama a otra, seguida por un gorila de ojos tristísimos. ¡Claro!, como ya conocemos el final, sabemos a dónde se dirige la autora, cuál es su propósito.

Después del “bombardeo” de cinco ideas seguidas sobre Aklia relacionándola con primates en menos de dos páginas, la autora, muy segura de la sólida plataforma que ha construido, se toma la libertad de una extensa pausa, y no es sino hasta treinta y cinco folios después, que vuelve con más pistas mediante un diálogo de Aklia y Eva:
–Caín no me quiere –dijo ella–. Ni Caín ni Abel ni Luluwa ni mi padre. ¿Quién soy yo, madre? ¿Cuál es mi destino? Veo las bandadas de monos y a menudo quisiera irme con ellos. (P215:237).

La urdimbre filosófica de la autora

Con este diálogo, la escritora continúa sembrando el camino hacia el desenlace dramático de la obra, dándole pacientemente una configuración conveniente a su personaje Aklia, de modo que su decisión final aparezca como natural y factible, por lo tanto aceptable por los lectores y lectoras. Esta vez, planta la duda sobre la verdadera identidad de su hija y comunica el deseo de ésta de irse con los monos. Ya deberíamos de estar súper prevenidos de lo que ocurrirá. Y, más importante aún, Gioconda inicia su compleja y a la vez sencilla trama filosófica, que es lo que le conferirá su real significado al hecho final, a la incorporación de la hija menor de Eva a una gavilla de monos. Es un indicio filosófico muy tenue, pero estratégico: ¿Quién soy yo, madre? ¿Cuál es mi destino? Estas preguntas que aparecen inocentemente, casi inadvertidas, en la primera lectura, en la segunda se revelarán en su trascendental significado relacionado con el verdadero inicio de la raza humana a partir de la evolución de los monos, con lo que Darwin hace su apoteósica entrada triunfal en la novela.

En efecto, la línea argumental de la escritora, hábilmente camuflada entre variadas y cándidas descripciones y relatos sobre la vida cotidiana de Adán y Eva fuera de El Paraíso, lleva dos propósitos: por un lado, “deshumanizar” a Aklia, confiriéndole poco a poco un perfil simiesco –imposible no relacionarlo con la metamorfosis kafkiana de un hombre de súbito convertido en cucaracha–; y, por otro, darle un sentido racional a la historia, para alejarse de la concepción religiosa en la que ha estado inmersa en casi todo el libro, entrando de este modo a una vertiente filosófica evolucionista que desarrolla con ideas breves y categóricas. Así, el tiempo se trastoca cuando la pareja primigenia es expulsada del Paraíso y Adán y Eva se convierten en un sueño inconcluso del Creador (Elokim), mientras que Aklia será la realidad, volverá al principio de todo –la verdadera génesis del ser humano a partir de la evolución de los primates–, para que sus generaciones futuras alcancen el genuino paraíso terrenal.

Los indicios que con deliberada paciencia la autora va sembrando de manera dosificada y conveniente a lo largo de las últimas 58 páginas, fueron cumpliendo su objetivo, aunque no me haya dado cuenta o no fuera consciente de ello, por los significados latentes, indirectos, subliminales y subconscientes que tienen las palabras o construcciones gramaticales. Avanzados estudios científicos han demostrado que nuestro cerebro es capaz de comprender el significado de una palabra e incluso de percibir su carga emocional antes de conocerla conscientemente, lo cual significa que existe en nosotros una decodificación inconsciente del significado del lenguaje que es previa a que la conciencia pueda conocer los términos o vocablos. La percepción o registro subliminal se define como: un proceso de extracción y análisis de información de estímulos de los que el sujeto nunca es consciente.

Este fenómeno sicológico de la percepción inconsciente puede ser comparado con otro, más conocido, que permite a los escritores y escritoras no ocuparse tanto en una descripción de una persona o paisaje, sino ofrecer solo algunos trazos, pero que tienen que ser claves y tan impactantes, que estimulen recuerdos, vivencias y conocimientos en la mente de los lectores y lectoras, y con ello activen un poderoso mecanismo que se encargará de completar el objeto descrito en un proceso del que no somos conscientes.

¿Demerita la obra que esos indicios no hayan sido tan explícitos? De ninguna manera. ¡Al contrario!, es un mérito atribuible a la destreza de la escritora, quien no delató su objetivo, no puso en evidencia la costura de sus lanzamientos en curva y con quiebre hacia la zona buena del plato, donde los lectores y lectoras nos encontramos alertas y amenazantes con el bate de madera en ristre. De haberse evidenciado la intencionalidad de la autora, habría disminuido el potencial de impacto que le imprimió a la obra el carácter sorpresivo del final. Como sabemos, los escritores se van reservando sus mejores cartas, pero al mismo tiempo se cuidan de tener a mano otros recursos para mantener el interés, mientras llega el desenlace que nos moverá el piso.

En la página 222, en el tramo final de la novela, cuando la familia primigenia corre a buscar a Abel mortalmente golpeado por su hermano Caín, la autora coloca otra huella. Luluwa señaló el promontorio. Subieron. Aklia gemía, trastabillaba. Eva la vio apoyándose en sus manos para empujarse, para ir más rápido.
–Cuidado con tus manos Aklia.
Ella la miró con sus ojos dulces. No habló. No hizo más que un ruido triste y agudo.

La escritora puso a Aklia a correr y a gemir como lo hacen los monos. Y después de siete párrafos, mientras a Eva la consumía la pena de saber que nunca más vería vivo a su querido hijo Abel, Vio a Aklia saltando, gimiendo. En ambos casos, continúa dibujando con paciencia el perfil simiesco de su hija menor.

Las pautas filosóficas estratégicas de la novela

Al final de la página 224 y al inicio de la 225, Adán y Eva tienen un diálogo que es definitorio de la obra, mediante el cual Gioconda Belli establece las pautas filosóficas estratégicas de la novela, los contenidos rotundos que la decantarán por la racionalidad y el evolucionismo, dejando atrás, con enorme respeto y hábil sutileza, la concepción idealista religiosa.

–¿Para qué nos creó, Eva? No creo que pueda sufrir más de lo que he sufrido.
–La Serpiente decía que Elokim nos hizo para ver si los nuestros eran capaces de volver al punto de partida y recuperar el Paraíso.
–¿Acaso nosotros no somos el principio?
–Según me dijo, en el Jardín nosotros fuimos la imagen de lo que Elokim quería ver al final de su creación. Cuando comimos el higo, él alteró la dirección del tiempo. Ahora, para volver al punto de partida, nuestros hijos y los hijos de sus hijos, las generaciones que nos sucederán, tendrán que comenzar, retroceder. Eso dijo.
–¿Y hasta dónde tendremos que retroceder?
–No sé Adán. Creo que acabaremos en manada. Quizás Aklia contenga el futuro. Quizás por eso te parezca extraña. Quizás sea el pasado que nosotros no conocimos.
— Tan inocente, Aklia.
— Y esencial.

Efectivamente, en este diálogo la autora siembra las claves de la novela, al plantear varios asuntos culminantes, por ejemplo: 1. Una racionalización sobre el objetivo de la Creación religiosa; 2. La recuperación del Paraíso por parte de sus descendientes, en un futuro no definido, pero muy lejano; 3. La existencia de un punto de partida diferente del de Adán y Eva, quienes nacieron por generación espontánea, y ya conformados como adultos, sin pasar por un proceso de desarrollo. 4. La necesidad de un nuevo comienzo, en ese punto de partida distinto. Junto a los contenidos filosóficos la autora continúa desparramando pistas y justificaciones para su final que ya se avecina, cuando pone en boca de Eva la frase…acabaremos en manada…”, y le asigna, aunque no con certeza, el rol definitorio a su hija menor: …Quizás Aklia contenga el futuro….

Apenas un poco después, en la página 232, la autora termina de conferirle a Aklia un perfil animaloide. Olvidada del habla, parecía también haber perdido la razón y la conciencia, para entregarse sin reparos a una existencia de simio. Y agrega: Eva la vigilaba. Apenas durmió temiendo que se marchara con la manada de monos que pasó rondando la cueva por la noche. Sólo un párrafo adelante, la autora describe la reacción de nuestra protagonista ante la despedida de Luluwa, quien se marcha con Caín y su maldición de que no tendrá frutos, por haber asesinado a su hermano Abel. Luluwa sollozó al despedirse de Aklia, quien la observó y alzó los brazos no para abrazarla, sino para tocar su propia cabeza, los ojos brillantes sin lágrimas mirándola curiosos. No hubo reacción humana. Es totalmente simiesco el comportamiento de Aklia.

Como si no hubiera terminado de configurar la nueva identidad primate de Aklia, tres párrafos más tarde Belli agrega: En pocos días el pelo de la hija había vuelto a cubrir sus mejillas (como al nacer). La piel de sus manos y sus pies largos y delicados se había endurecido adquiriendo un tono pardo… Caminaba tomada de su mano, dócil y torpe, vaciada de palabras. A ratos, en el trayecto, se soltaba y corría ayudándose de sus brazos… Saltó contenta sobre la arena…, con lo que completa la metamorfosis, y la autora se apresta a su gran final.

En la página 234, mediante un diálogo de Eva con la Serpiente, la escritora bucea a profundidad en los presupuestos filosóficos esenciales, cuyas bases estableció diez páginas antes.
–Mira la pequeña Aklia. El pasado y el futuro van corriendo con ella por la playa.
–¿Qué quieres decir?
–Ha vuelto a la inocencia, Eva; una inocencia anterior al Paraíso, precursora del Paraíso. La Historia ha saltado de ti a ella ahora y un tiempo largo y lento está por empezar.

El sueño de la deidad se hizo añicos

Qué fuerza adquiere entonces esa frase El pasado y el futuro van corriendo con ella… El evolucionismo se ha adueñado del desenlace de la novela. Con Aklia empezará la Historia, el tiempo largo y lento, los millones de años que requerirá la evolución, el primer gran paso en el futuro cuando los homínidos bajarán de los árboles para salir a los llanos y empezarán a erguirse y a caminar en dos patas, dando paso a los bípedos. La cadena evolutiva estará marcada, a grandes trancos históricos, por el Austrolopiteco, el Homo, el Neandertal y el Homo Sapiens. Aklia será el inicio.

Continúa el diálogo, breve pero en terrenos filosóficos abisales, de Eva con la Serpiente:

–Aklia es la realidad de Elokim. Nosotros somos sus sueños.
–Dijiste que en el principio estaba el final.
–El final de los descendientes de Aklia será llegar al principio….
–¿Volverán al Paraíso? ¿Y después qué? ¿Se preguntarán qué hay más allá? ¿Se aburrirán?
–Quizás no. No sufrirán la ceguera de la inocencia, el anhelo de saber de la ignorancia. No necesitarán morder frutas prohibidas para conocer el Bien y el Mal. Lo llevarán con ellos. Sabrán que el único Paraíso donde es real la existencia es aquel donde posean la libertad y el conocimiento.
–Crees que lleguen a ser verdaderamente libres? ¿Crees que Elokim se lo permita?
–La existencia es un juego de Elokim. Si tu especie encuentra la armonía, Elokim se marchará…

La autora canta un himno a la libertad y el conocimiento, que fue la temática central del erudito comentario del filósofo Alejandro Serrano Caldera, durante la presentación de esta novela en Nicaragua, hace unas semanas. De acuerdo al diálogo anterior, la quimera de Dios fracasó cuando Eva cedió a la necesidad de conocimiento, y el sueño de la deidad se hizo añicos. Sucedió la expulsión del Paraíso, el nacimiento de los cuatro hijos, entre ellos Aklia, y con ella, la realidad. La autora nos catapulta al futuro, del cual es parte nuestro presente actual, y da por hecho que el ser humano volverá al Paraíso, y entonces desaparecerá Dios (Elokim) porque, según Belli, el Creador se marchará a construir otros universos. Será un paraíso nada celestial, sino verdaderamente terrenal. Será cuando alcancemos un plano superior de la existencia. Seremos sabios y libres, si antes –a como vamos—no destruimos la Tierra.

Dentro de un clima narrativo que crea una sensación de ensueño, como si los lectores fuéramos atrapados por un lenguaje algodonoso, en medio de densas nubes cálidamente acogedoras, quedan establecidos con sutileza, pero con meridiana claridad, los presupuestos filosóficos. Solo falta el final. Eva lleva a Aklia a un lugar donde una vez estuvo perdida y fue salvada por unos primates. …Eva apretó fuerte la mano de Aklia, Inquieta, Aklia miraba las copas de los árboles. Daba pequeños saltos. Se rascaba la cabeza.
Eva vio venir la manada de monos grandes, gráciles y vivaces columpiándose sobre las ramas.

…Aklia se soltó de su mano. Antes de dejarla marchar ella se inclinó y la abrazó fuerte contra su corazón. Recuérdame Aklia, dijo, recuerda cuanto has vivido. Algún día hablarás de nuevo. Ahora vete. ¡Corre, hija, ve y recupera el Paraíso! Este es el final de la obra. Es el final, no importando que después de ello la autora haya agregado tres líneas con las que quizás trata de continuar impregnándonos hasta la última letra, de esa atmósfera de candidez y ensoñación que se respira a lo largo de toda esta novela breve.

(*) Autor de la novela El Arcángel.

La escritora Gioconda Belli recibirá en Mayo el premio al Mérito Literario Internacional Andrés Sabella 2014. Foto Charles Castaldi

Gioconda Belli será reconocida con el Premio al Mérito Literario Internacional Andrés Sabella 2014, en Chile, durante la celebración de la Feria Internacional del Libro de Antofagasta, a realizarse en el mes de mayo de este año.

La Comisión Organizadora de la Feria Internacional del Libro FILZIC de Antofagasta (Chile) y un jurado de especialistas compuesto por académicos de las más importantes universidades del norte de Chile nombraron como ganadora del reconocimiento a la poeta Belli.

El galardón, que lleva el nombre del importante poeta y escritor antofagastino Andrés Sabella, fue entregado en años anteriores a los escritores Hernán Rivera Letelier, Antonio Skarmeta y Mempo Giardinelli y este año cobra mayor importancia ya que por primera vez se entregará a una mujer.

La FILZIC de Antofagasta es reconocida internacionalmente como una de las fiestas multiculturales más importantes del norte de Chile y este año se realizará del 24 de abril al 4 de mayo.

La ceremonia de entrega del premio será el día de cierre de la feria el domingo 4 de mayo.

Galardonada

Gioconda Belli es una de las escritoras más prolíficas de Nicaragua. En el 2010 su novela El País de las Mujeres recibió el Premio Hispanoamericano La Otra Orilla. En el 2008 la novela El Infinito en la Palma de la Mano ganó en España el Premio Biblioteca Breve y en México el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.

Su obra poética también es extensa e incluye entre otras publicaciones a Mi íntima multitud, ganadora del Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2002) y Fuego soy apartado y espada puesta lejos, ganadora del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla (2006).

rhttp://www.ebooks-literato.com.ni/search.aspx?k=GIOCONDA+BELLI&SearchBy=Contributor

Se aborda la novela El Infinito en la Palma de la Mano y otras, además de la visión de la escritora sobre el tema de la mujer.

Entrevistadoras: Queremos agradecerte en primer lugar porque nos has concedido esta entrevista. Sabemos que vienes de viaje, de trabajar muy duro. Estamos muy agradecidas.  Nos interesa mucho tu trabajo como poeta y novelista. Para empezar, queremos felicitarte por el premio Biblioteca Breve Seix Barral por tu novela El infinito en la palma de la mano. Para comenzar nos gustaría que nos contaras sobre tu novela, recién sale al mercado mañana y no hemos podido leerla.

Belli: Esta novela surgió a partir de que me encontré por pura casualidad con unos textos apócrifos que más o menos datan del siglo séptimo, no está claro si antes o después de Cristo, pero más o menos son contemporáneos con los textos que forman la Biblia. Claro, de todos los textos que había, no se incorporaron a la Biblia mas que una selección que hicieron los llamados padres de la iglesia, la gente que compiló todo lo que consideraron que debía entrar ahí. Quedaron muchos textos flotando.  Yo no sabía de esto.  Fue en una librería de casualidad que me encontré con estos libros que hablaban sobre las literaturas antiguas del Este.  Y ahí decían unos, “libros rechazados”, “the rejected great books”, o algo así. Entonces por primera vez me di cuenta que existían, y que había uno que se llamaba El libro de Adán y Eva.  Éste hablaba sobre lo que les había pasado a ellos después que los echaron del paraíso.  El libro era todo una leyenda sobre el sufrimiento de ellos, sobre la cantidad de veces que tratan de volver al paraíso, sobre los hijos que tienen que no son sólo Caín y Abel, sino que también Caín y Abel tenían una gemela cada uno y la de Abel se llamaba Aklia y la de Caín, Luluwa. Entonces en eso resolví el problema del incesto con la madre, que no se resuelve cuando leés la Biblia porque no sabés cómo se reprodujo la especie. Entonces ellos estaban supuestos a casarse, Caín con la de Abel y Abel con la de Caín. Pero Caín se enamora de su propia gemela y por eso mata a Abel, lo cual tiene mucho más sentido en términos de leyenda.  Entonces empecé a imaginarme esa idea del mundo primigenio y sobre todo, de la posibilidad de reivindicar la figura de Eva. Porque siempre me pareció, y todas las mujeres creo que hemos pensado en eso, que desde el principio, desde cómo nos cuentan la historia de nuestro origen en términos religiosos, la historia del arquetipo de la mujer ya está basada en esa historia del principio contada por la tradición judeo-cristiana de Eva. Estamos ya empezando con el pie izquierdo como quien dice, porque somos la figura que trajo el pecado, la muerte, la tentación. Entonces yo quería darle vuelta al mito y hacerlo de una manera que permitiera no solamente completar el mito, porque en el génesis solo hay cuarenta versículos sobre Adán y Eva, sino que también contar la historia de otra manera. Y como poeta me pareció también una oportunidad extraordinaria de poder contar el mundo por primera vez. Es un libro muy sensual también porque tiene todas las sensaciones primeras y también cómo se forma la identidad masculina y la identidad femenina. No es un libro estrictamente feminista en el sentido de que en ese momento se supone que no hay roles todavía; porque estamos empezando. En mi libro, realmente lo que Eva hace, en vez de ser una tentación en la que ella cae, está planteado como una decisión consciente de ella; Eva se da cuenta al menos de que ella come el fruto prohibido e introduce la muerte.  Ellos son eternos.  Hasta que ella come el fruto prohibido se justifica la reproducción porque se pierde la inmortalidad.  Y entonces ella se da cuenta que a ella le corresponde tomar esa decisión y no al Creador, que en este caso es una especie de personaje bastante ausente.  La que está más presente es la serpiente que se convierte como en la Ciserona de ellos, quien les explica el mundo un poco; este es un personaje bien divertido, con mucho sentido del humor.

Entrevistadoras: Es una reescritura, qué interesante.  Ese es el tema de nuestra edición.

Belli: Es una reescritura completa de todo ese mito.  Y lo junto al final con la teoría de la evolución, un poquito. El plan tiene un final bastante sorprendente. Yo realmente gocé mucho escribiendo la novela y ha tenido muy buena recepción; han escrito reseñas muy buenas en España, y bueno, ganó el premio, y para mí fue un gran gusto porque realmente el jurado fue un jurado de gente muy respetable en España.  Estuvo José Manuel Caballero Bonal, que es un gran poeta español, Luís Mateo Díez, que es un narrador; todos ellos son, no te sé decir ahorita en estos momentos, pero han ganado Premio Cervantes, Premio Nacional de Literatura en España, que sé yo.  Estuvo también Rosa Montero y Bergin Ferrer que es un gran poeta catalán que ha escrito en español pero también es catalán.  Entonces fue un jurado pues, de lujo. Ese premio, el Seix Barral, además es un premio de lo más prestigioso en España, no es de mucho dinero, pero sí ha sido un premio que dio origen al Boom.  En cierta manera los escritores del Boom pasaron por ahí.  Entonces fue un gran estímulo para mí realmente, porque es una novela arriesgada desde el punto de vista formal y desde el punto de vista temático.

Entrevistadoras: En toda tu obra es consistente el tratamiento de la experiencia femenina, el contexto histórico y social.  Partes del tema de la Revolución Sandinista y luego comienzas a explorar el tema de la utopía, el medio ambiente, la historia en general. ¿Nos podrías hablar de tu evolución como escritora?  También de tu evolución temática, de estilo, acabas de mencionar la forma.

Belli: Bueno, yo he sido más que todo una escritora de inspiración, si se puede decir de alguna manera, porque realmente la idea de fijar mi trabajo en un género literario, en una especie de clasificación literaria no se me ha ocurrido jamás.  Más bien a mí me ha interesado explorar mi capacidad creativa desde diferentes puntos de vista.  Yo realmente no pensé, “voy a ser una escritora de novelas políticas o de novelas históricas”.  Ni siquiera se me había ocurrido que iba a ser difícil clasificarme.  Recientemente me he dado cuenta de que la gente se especializa en alguna cuestión.  Mi aspiración mas bien era poder tratar diferentes temas y probar mi habilidad para tratar temas bien distintos y que fueran respuesta a mis inquietudes y a mi propio impulso creativo en el momento.  Creo que eso es algo más propio de la literatura latinoamericana.  Esa especialización no se da tanto entre los escritores latinoamericanos; si vos querés decir de qué ha escrito Vargas Llosa, ha escrito lo que se le ocurre.  Esa especialización de novelas policíacas o novela negras en América Latina es difícil que te la encontrés.  En mi caso lo que sí pienso que existe como constante en toda mi obra es el personaje femenino.  Y el deseo que sí me lo planteé y me lo planteé como una vocación, era contar el mundo desde la perspectiva de la mujer; la mujer como una voz silenciada que apenas en términos de tiempo histórico ha estado presentando su punto de vista por mucho menos tiempo que el hombre.  Porque si nos ponemos a pensar en la historia de la novela escrita por mujeres, realmente arranca en el siglo XIX.  Aunque hayan existido mujeres antes, realmente no ha habido narrativa como tal femenina, sino hasta entonces es que se empieza a desarrollar.  Entonces yo digo, bueno hay mucho todavía que contar desde el punto de vista de la perspectiva femenina.  Eso fue lo que sí tenía claro yo.  Escribí entonces La mujer habitada, la cual estaba basada en parte en mi propia experiencia.  Después me propuse hacer una novela que no tuviera nada que ver con mi experiencia, que yo tuviera que completamente imaginarme, desde el principio, un mundo ficticio.  Escribí Sofía de los presagios, que lo único que tiene de real es el sitio geográfico que existe en Nicaragua; esos pueblitos que se llaman Diria,  Sofía de los presagios es una novela que completamente me la saqué de la cabeza.  Después Waslala, también, fue una cuestión que imaginé, que me puse a pensar bueno, el futuro visto desde el tercer mundo.  Todas las novelas sobre el futuro son siempre vistas desde el primer mundo; los carros que vuelan, las grandes ciudades, qué sé yo. ¿Pero qué pasa con el tercer mundo? Y además aquel era en un momento en que al terminarse la Guerra Fría se estaba planteando una especie de desarrollo desordenado del tercer mundo con señores de la guerra, las compras de los artesanales que se habían reducido en el primer mundo. Después claro, el 11 de septiembre cambió todo eso; cambió esa tendencia. Pero en cierta manera Waslala es la pobreza del tercer mundo que le pasa cuando llegamos al futuro y en vez de avanzar, hay como una especie de retroceso, de primitivización debido a la pobreza que tiene que coexistir con la súper tecnología del primer mundo. Waslala es una visión apocalíptica en cierta manera. Y el contraste es que existe ahí, en ese país, la idea de una utopía.  Hay un contraste entre la miseria material y por otro lado, la aspiración humana de encontrar ese lugar feliz.  Esa aspiración ya ha desaparecido supuestamente, en la novela del primer mundo; ahí se vive en una realidad virtual donde la gente no tiene que viajar sólo se mete en lugares donde tiene la experiencia de estar en otra parte sin necesidad de estar en otra parte porque tienen miedo de las enfermedades, de las epidemias.  El tercer mundo entonces queda aislado del primer mundo y de ahí le mandan toda la basura.  Además, en Waslala hay un accidente nuclear que sucedió en realidad en Goiania, Brasil, en el 82 y que casi no se sabe nada de ese accidente nuclear.  Sin embargo costó la vida de cientos de personas en el Brasil. Después viene el Pergamino de la seducción que también es otra, bueno es una novela histórica que yo tampoco pensé que iba a escribir, que fue que se me ocurrió en lo que estaba escribiendo una novela sobre una muchacha que está en un internado.  Se me cruzó la figura de Juana de Castilla y empecé a perseguir esa intuición que me llevó a un proceso de investigación que me arrojó una historia de opresión; la figura de ella me pareció bien importante. Y después vino este libro, El infinito en la palma de la mano.  Así son las cosas, no premeditadas, no he tenido un plan premeditado.

Entrevistadoras: En la parte formal mencionaste que en El infinito experimentaste con la forma, que fue un riesgo.

Belli: Bueno, es un riesgo, porque en primer lugar, cómo contás esa historia.   El lenguaje mismo es un lenguaje que no puede trascender una cierta realidad que estás tratando de crear; no podés hablar ni de filosofía ni de nada que exista, mesas, silla, porque nada existe.  Entonces tenés que tener un lenguaje que tiene un nivel de abstracción pero que a su vez está dotado de una sencillez adecuada a ese momento primigenio de la historia. Es un lenguaje donde la naturaleza está contada con palabras que tienen sentido para ese momento. Eso fue bien difícil. En la descripción de las emociones, de los sentimientos, los personajes no saben ni siquiera la palabra “amor”, llegan a conocerlo, entonces ellos la inventan.  No saben tampoco decir “belleza”. Todo es a partir de lo que van sintiendo, ellos van nombrándolo, porque también ellos nombran.

Entrevistadoras: Y es “ellos”, no es “él”

Belli: Sí, ellos.  Los dos.

Entrevistadoras: Si tuvieras que elegir entre tus obras, los personajes, las imágenes, los mensajes a los que les has dado vida en tus obras, ¿cuáles serían los más fundamentales y los que mejor te expresan?

Belli: A mí me parece que el personaje de La mujer habitada, que en cierta manera soy yo, es quizá el personaje que más ha trascendido en términos de la importancia de ese periodo histórico en América Latina y en mi propia vida en particular.  El enfoque es como yo siento que estoy en mi vida, tan preocupada por la vida política; esta vida ha sido una preocupación, un tema fundamental en mi vida como nicaragüense, como latinoamericana.  En todas mis novelas está planteado el tema político, aunque no esté explícitamente planteado.  Pero en la novela más explícitamente política, que es el caso de La mujer habitada, creo que ahí dejé un mensaje bastante accesible al lector y que tiene una capacidad movilizadora. Y desde ese punto de vista me parece que fue la novela más importante.  Después creo que por otro lado, en mi poesía hay una subversión de todo el rol femenino.  Y también en las otras novelas he subvertido la idea de la feminidad y del cuerpo femenino como un productor de placer para la propia mujer y como un empoderamiento de la mujer, de su propio cuerpo, de su propia sexualidad y de su propio rol biológico.  De una manera más consciente, he hecho esto en mi literatura; es decir, convertir lo que ha sido el instrumento para castigarnos, que es nuestro rol biológico, en un motivo de orgullo, de celebración y de gozo para la mujer.

Entrevistadoras: También queríamos preguntarte qué autores o autoras han influido en tu obra.

Belli: Miren, hay muchísimas, los autores fundamentales para mí fueron Julio Verne, ya más tarde, la gente más importante.  Porque en mi juventud leí mucho a Julio Verne, Lope de Vega, García Lorca.  Mi mamá trabajaba en teatro, entonces en mi casa había muchísima dramaturgia: a Shakespeare lo leí bien jovencita; la Biblia, y no porque fuera religiosa, sino porque me gustaba; Las mil y una noches, ese tipo de literatura, mucha mitología. Ya más tarde, cuando empecé a escribir, leí toda la cuestión de la literatura latinoamericana y el autor que más me motivó, y me movió fue Julio Cortázar.  El nivel de profundidad de Cortázar me influyó más que la belleza de lenguaje de García Márquez, por ejemplo.  Me gustó más, me atrajo más el contar de Cortázar, por todos los niveles humanos me pareció que era menos “fireworks”, una cosa más profunda de la condición humana.  Luego Virginia Wolf, desde que leí El cuarto propio me hice íntima amiga de ella.  No sé, tanta gente, Murakami.  Lo que pasa es que decir quién me ha influenciado es difícil porque realmente uno es producto de tantas influencias, del cine, de la música, de la pintura, de la propia vida, que ya se debería quitar eso.  Incluso yo pienso que a nivel de análisis literario se debería empezar a cuestionar más esa necesidad de señalar influencias directas, y más ahora que hay tanta información; estamos bombardeados y es difícil decir fulano de tal me influyó.

Entrevistadoras: Tus libros de poesía son fascinantes; tus poemas hablan mucho de la naturaleza, de los árboles.  ¿De qué manera la naturaleza ha modificado tu perspectiva?

Belli: Yo fui árbol en una vida anterior; estoy convencida de eso.  Pero además, es desde antes de La mujer habitada que está siempre presente el árbol; el árbol y mi cuerpo como parte de la naturaleza, como un árbol.  La naturaleza influye enormemente en mí porque creo que siendo nicaragüense vivís en un espacio físico tan absolutamente cercano a la naturaleza.  A mí me llama incluso la atención la diferencia cultural, yo no sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero yo he notado que nosotros cuando venimos aquí a Estados Unidos, mi esposo que es norteamericano, siempre quiere andar en el campo, quiere ir a hacer “hiking, “climbing”, todo eso.  Yo por lo menos he tenido que readaptarme porque uno cuando viene de los países como los nuestros, te querés esconder de la naturaleza; la casa se convierte en un espacio importante y es como placentero estar en tu casa, sentarte con los amigos; es más una cultura de conversación que una cultura de actividad afuera, de actividad “outdoors”, o en las afueras, porque creo que la naturaleza la tenemos metida por todas partes.  En un país como Nicaragua no hay esa división tan clara porque las ciudades no son tan grandes y la naturaleza es extremadamente poderosa.  Cuando estás en el trópico te enfrentás a las lluvias, a los volcanes, a los torrenciales, los terremotos, los huracanes.  La vegetación se mete por todos lados; si no se mete la vegetación se meten los comejenes, se meten las hormigas.  Realmente es una relación íntima con la naturaleza que no la viven ustedes aquí; no se vive de la misma manera.  Y creo que también tiene que ver con esa concepción de integralidad del ser humano como parte de, y no separado de. Creo que también tiene que ver con lo femenino, de sentirte parte de un proceso natural, un espacio natural, tu cuerpo como un árbol, como un animal.  Es decir que esa equivalencia que te da el dar vida, te da una relación diferente con lo que produce vida y con la vida de la naturaleza.

Entrevistadoras: ¿Es el medio ambiente un tema con el que quieres comunicarte con la nueva generación de lectores?

Belli: Sí. Aunque hasta Waslala no lo había hecho conscientemente, pero a medida que vamos sintiendo el peligro de lo que nos está pasando en el mundo, creo que una de las maneras en que puedo aportar es precisamente desarrollando ese amor por la naturaleza, tratando de seducir al lector con lo hermoso que tenemos y lo importante que es conservarlo porque creo que no solamente señalando y regañando se logra cambiar las actitudes, sino que también a nivel de la apreciación de lo que tenemos.  Apreciar lo que tenemos para que no se pierda, para que estemos concientes que es finito.  Esa es una cosa muy nueva dentro de las categorías que se manejan actualmente, que en mi generación, cuando yo era jovencita no pensábamos siquiera que el mundo se fuera a acabar.  Lo finito es de la generación de ustedes, digamos que ya es una categoría nueva.

Entrevistadoras: Regresando a la temática de la mujer que vemos que es una de las más fuertes en tu escritura: vemos a la mujer que se rebela ante la sociedad y que dentro de ella misma hay una revelación bastante grande.  En tu primera novela, La mujer habitada, nos presentaste a Lavinia, una mujer que pasa por su propio proceso de liberación dado al contexto histórico que le toca vivir.  ¿Qué era para ti una mujer fuerte en aquel periodo, y que es para ti una mujer fuerte hoy? ¿Hay constantes? Y como seguimiento, ¿cómo ves la presente situación de la mujer en Nicaragua dentro de lo que es esta nueva y otra fase del sandinismo?

Belli: Bueno mirá, para mí, una mujer fuerte antes era aquella capaz de romper con esos límites que te ponen los roles, por ejemplo, para participar en una lucha colectiva como fue el caso de la lucha contra la dictadura de Somoza, porque realmente requería de una enorme fuerza, sobretodo si ya estabas metida en un rol tradicional como era el rol de madre, esposa, etc. Tener la capacidad de ver que era parte de tu rol también, que parte de tu ser madre, de tu ser mujer, tenía que ver con participar en esta lucha, requería pues, no sé si de fuerza pero de lucidez, de un nivel de conciencia.  O de conciencia o de opresión.  En el caso mío fue más de conciencia; en otros casos era la propia situación opresiva que estaba viviendo la gente, que te mataban un hijo, que te agredían, que te violaban, que te quitaban lo que tenías, que la pobreza terrible que vivía tanta gente.  Eso era el factor determinante.  Para otros sectores de la sociedad como la pequeña burguesía, los intelectuales, era más bien un asunto de conciencia lo que motivaba a participar.

Entrevistadoras: Y cómo ves a una mujer fuerte hoy.

Belli: Todas ustedes son mujeres fuertes.  Hoy estaba precisamente viendo a una mujer embarazada de siete meses pasando revista a las tropas en España porque la acaban de nombrar Ministro de Defensa.  Eso es algo extraordinario.  Carmen Chacón se llama.  Esta mujer tiene treinta y siete años, fue la coordinadora del Partido Socialista (el PSOE) en Cataluña y le entregó a Zapatero en estas elecciones casi el cincuenta por ciento, es decir la victoria más grande que jamás ha tenido el PSOE en Cataluña.  Este año el partido tuvo la victoria en Cataluña bajo el mando de esta mujer y entonces Zapatero la nombra Ministro de Defensa cuando tiene siete meses de embarazo.  Me mandaron el video y ahí sale ella caminando, pasando revista a las tropas y dándoles la primera orden.  Estaba yo todo el día procesando esto, ¿qué quiere decir esto? ¿Cómo se puede leer? ¿Va a disolver el ejército? Porque te podés poner a pensar, ¿qué hace una mujer? O es una metáfora de estos hombres defendiendo la vida porque ella está embarazada, entonces lo podés ver desde la parte positiva o lo podés ver desde la contradicción enorme entre la vida y lo que representan las armas.  Es bien interesante y por supuesto todos los periódicos empiezan a hablar sobre qué va a hacer cuando nazca el bebé, de cómo va a hacer para tomarse una licencia de maternidad de seis semanas cuando tiene ese cargo.  Para mí esa es la imagen de fortaleza.  Zapatero en este momento acaba de hacer un gobierno donde en el gabinete hay más mujeres que hombres.  Ese es un proceso interesante a seguir en España, a nivel de los cambios de roles, de género.

Entrevistadoras: Pero parece como si la mujer fuerte hoy en día tiene más y más responsabilidades, por ejemplo en situaciones como ésta, combina la maternidad y un cargo tan importante. ¿Qué va a pasar, simplemente qué tiene a cargo mucho más o que se comparten las responsabilidades?

Belli: Sí, sí. Eso es precisamente el tema de mi próxima novela.  Porque yo pienso que para que realmente exista la liberación femenina tiene que haber un replanteamiento total a partir de la maternidad porque la maternidad es el eje que divide a la mujer y al hombre.  La sociedad no está organizada para aceptar la maternidad como un tema de interés social.  La maternidad está circunscrita a la mujer.  Entonces tiene que haber un replanteamiento total, una reorganización de todo que creo que es donde estamos llegando porque la tecnología nos lo va a permitir, porque por ejemplo, vas a poder tener oficinas virtuales.  En general, la tecnología te va a permitir que se dé esa revolución que falta.  Que la mujer no tenga que estar en esa disyuntiva entre su carrera y su maternidad que es lo que está causando que en Europa se haya caído la tasa de natalidad tan enormemente.  Entonces yo creo que es un tiempo bien interesante pero que en el que ustedes, las mujeres jóvenes, van a tener una responsabilidad bien grande en cómo enfocan el tema.  Porque a mí me parece que el feminismo se ha quedado muy circunscrito al aborto, a los derechos reproductivos, y realmente lo que tenemos que plantearnos es cómo reproducirnos sin perder nuestro lugar en la sociedad y sin dejar de ser entes productivos, sin dejar de tener vidas ricas y dar todo nuestro potencial.  ¿Cómo va a aceptar el mundo perder el potencial del cincuenta y dos por ciento de la población mundial?

Entrevistadoras: La tercera parte de la pregunta era ¿cómo ves la situación actual de la mujer en Nicaragua ahora con esta nueva y otra fase del sandinismo?

Belli: Muy mal, muy mal, porque a este sandinismo nosotros no le llamamos sandinismo sino “danielismo”.  Este el gobierno de dos personas, Daniel Ortega y su esposa. La pareja presidencial, como le dicen en Nicaragua, donde ella ha accedido a una posición de poder sin haber sido elegida por nadie, únicamente por ser la esposa de Daniel Ortega.  Es una posición a la que ambos llegaron sacrificando un montón de principios.  Entre estos principios, uno de los más graves es que antes en Nicaragua desde el siglo diecinueve una mujer que saliera embarazada y el embarazo pusiera en riesgo su vida—por diabetes, por presión, por lo que fuera—podía una junta de tres médicos decidir si el embarazo se interrumpía.  Esto era si la madre pudiese morir por el embarazo.  Y ahora prohibieron el aborto terapéutico.  Ahora el aborto terapéutico está prohibido, penado.  A cualquier médico que lo practique le dan de cinco a ocho años de cárcel.  Eso ha causado un efecto bien grande a nivel de la muerte materna en Nicaragua porque los médicos tienen miedo hasta de tratar los embarazos ectópicos.  La situación de la mujer está fatal.  Se ha desatado mucha violencia contra la mujer en toda Centroamérica; yo no sé a qué se debe porque en Guatemala los crímenes contra las mujeres son casi tan graves o más que lo de Ciudad Juárez, diría yo.  Es decir que hay una parte positiva que es que las mujeres están teniendo relevancia dentro de la sociedad pero no en Nicaragua.  En Nicaragua se suponía que el Frente Sandinista iba a darles el cincuenta o el treinta por ciento de los puestos a las mujeres pero no ha sido así.  Todas las mujeres ministros que ha puesto este gobierno han sido despedidas en condiciones terribles, con mucha falta de respeto, muy repentinamente.  De manera que ha sido bastante negativo.

Entrevistadoras: En tus primeras novelas, la búsqueda de una identidad es bastante central y está en estrecha relación con el territorio: territorio e identidad van juntos en tu obra, sin embargo, tomando en cuenta los diferentes temas de tus novelas,  ¿te parece que hay una tendencia a desterritorializar la identidad?

Belli: En mis novelas la territorialidad es más amplia que Nicaragua porque hay varias cosas.  Por un lado, en Sofía de los presagios, que es la segunda novela, aquí está planteado un poco que las mujeres que somos avanzadas, de vanguardia o que queremos cambiar la forma en que el mundo se relaciona con nosotras, somos como gitanas.  Este es un poco el paralelo que yo hago, porque no tenemos patria.  De alguna manera una crea su propio espacio, donde quiera que vos estás tenés que crear un espacio de identidad que es ese territorio y pasamos tratando de disputar ese territorio que tiene muchas expresiones.  Sofía se trata de una rebelión y yo trato de hablar del campo porque la revolución existe en esa novela.  Pero en cierta manera lo que yo quería probar también era que el tiempo en lo rural se mueve a un paso muy diferente al tiempo urbano, entonces los cambios toman muchísimo más tiempo, la sociedad es mucho más atrasada.  Eso por un lado.  Yo, claro, tengo una identificación con Nicaragua porque es el amor de mi vida, y además por la naturaleza.  Pero esta territorialidad yo la veo mucho más en la poesía que en la novela.  En la poesía es indiscutible esa territorialidad que se expresa porque mi poesía es totalmente autobiográfica.  En mi poesía no invento nada, todo es más bien un retrato de lo que me está pasando, bien personal.  Pero en la novela yo invento territorios.  Waslala está basado en cierta manera en Nicaragua, pero también es inventado.  Waslala es una novela política, es una crítica también a los Ortega porque esos hermanos Espada son una caricatura de los hermanos Ortega de Nicaragua.  Entonces, hay cambios pero no sé si son un cambio tan radical.  En La mujer habitada se trata de un país inventado que es Faguas.  Entonces no sé si te contesto tu pregunta.

Entrevistadoras: Sí. Y hablando de esta formación de identidades nuevas de acuerdo al territorio y ahora viniéndonos a Estados Unidos, ¿qué significa para ti ser una centroamericana en Estados Unidos?

Belli: Es una dislocación bien profunda.  Eso porque no me he reconciliado, porque tal vez no me siento que pertenezco a este país.  Mi sentido de pertenencia sigue estando ligado a Nicaragua.  Me siento como una pasajera en este país porque realmente aunque paso parte de mi tiempo en este país toda mi referencia afectiva, política sigue estando en Nicaragua, porque yo lo he decidido de esa manera.

Entrevistadoras: Y para tu proceso de escritura, ¿qué ha significado vivir en los Estados Unidos?

Belli: Para eso ha sido muy positivo porque me permite ese espacio de recogimiento.  Yo digo que escribo en los Estados Unidos y vivo en Nicaragua porque estando en Estados Unidos me ha permitido ese espacio de silencio, de concentrarme en escribir; vivir aquí me ha permitido el acceso a librerías, a información para la investigación.  Y también el tener ese contraste de mundos que creo que es bien importante, sobretodo para el pensamiento moderno porque te ayuda a cuestionar tanto un lado como el otro.  Entonces ya no es posible ni idealizar el lugar de origen, en este caso Nicaragua, ni idealizar el desarrollo.  Te das cuenta que son dos polos pero que la solución no está en ninguno de los polos, que está en algún lugar que no es en esa utopía que ya no la estoy hablando como una utopía socialista, sino como ese lugar de conjunción donde puedan existir esas dos realidades de alguna manera.  A la media pues, que es a lo que deberíamos aspirar, a no tener esas enormes desigualdades en el mundo.

Entrevistadoras: Pasando a tu obra en general, vemos un afán por contribuir a la formación de la memoria de un país y de la gente, pero también por reescribir la historia al proporcionar este punto de vista femenino que no existe.  En El pergamino se ve por primera vez la reescritura de un personaje histórico de España, y aunque ya nos mencionaste un poco de cómo surgió el interés por reescribir la historia de Juana la loca, nos interesa que nos cuentes un poco más de ello.  También me estaba acordando de la película reciente de María Antonieta que también surgió de un libro que fue una reescritura, ¿ves alguna película basada en tu libro?

Belli: No, realmente fíjate que una de las cosas que no me ha seducido a mí mucho todavía es escribir para el cine o pensar tanto en el cine.  Pienso que soy escritora de escribir y cuando escribo no estoy pensando en si se puede hacer cine.  Mas bien yo creo que tiene su realidad diferente cada cosa.  Pero el caso de Juana fue una casualidad total, realmente.  Yo estuve interna en un colegio en España desde los catorce a los dieciséis años, y durante el tiempo que estuve interna ahí fui al Escorial y vi un retrato de Juana la loca y el guía que nos iba acompañando, a mi mamá y a mí, contó la leyenda de Juana la loca.  Entonces cuando yo empecé a escribir una novela que era mas bien una especie de “coming of age store”, una historia roman a clé o qué sé yo, yo iba a escribir un poco de esta muchacha que estaba interna en el colegio y entonces me acordé de esa visita al Escorial.  Pero yo estaba escribiendo porque a veces me pongo a hacer ejercicios, como de descripción que no sé a dónde me van a llevar porque a veces me llevan a algún lado y a veces no me llevan.  Ese es parte de mi proceso de escribir y si a las cincuenta páginas no he llegado a ninguna parte lo boto o lo dejo ahí, pero hago estos ejercicios a menudo.  Entonces, recordé a Juana y pensé, voy a investigar si es verdad que esta mujer estaba loca pues uno está acostumbrado a tanta injusticia con las historias de las mujeres que están contadas desde perspectivas tan machistas. Entonces empecé la investigación y me quedé completamente apabullada porque era tan obvio para mí que a esa mujer la encerraron por intrigas de poder y no porque realmente estuviese loca.  Toda la manera en que estaba contada la historia de ella, en las crónicas, en las referencias históricas, me pareció tan masculina, tan falta de sensibilidad y de poder entender lo que podía haber estado pasando esa mujer.  Me fui compenetrando con el personaje hasta el punto en que sentí casi una necesidad de contar su historia, de que alguien, una mujer moderna que podía tener la mirada capaz de atravesar todos esos velos que le habían puesto a ella; una mujer que pudiera sacarla de ahí y hacerle justicia.  Eso fue lo que me llamó la atención.

Por otro lado, tengo una memoria que escribí que se llama El país bajo mi piel que es una memoria directa.  Eso es una reescritura sin ser reescritura, porque creo que toda recopilación de la memoria es en cierta manera una reescritura.

Entrevistadoras: Cuando escribes, ¿cuál es el lector en el que estás pensando, al que quieres llegar? Porque cuando estaba leyendo algunas de tus obras, me preguntaba si los hombres son reacios a leerlas, como en las películas, si creen que se trata de un “chick flick” no las quieren ver. Sería muy interesante que más hombres leyeran tu obra. ¿Cuándo escribes, cómo es ese lector al que quieres llegar?

Belli: Escribo un poco pensando en lo que a mí me gusta porque hay un lector ahí pero no lo tengo muy claro.  De repente pienso en alguna amiga, en alguna persona, pero generalmente yo creo que escribo pensando en lo que yo quiero decir más que en lo que va a pensar el que me va a leer.  La verdad es que hay muchos lectores hombres de mi obra.  Es interesante porque yo recibo en mi página Web cantidades de cartas de hombres, y muchas veces que voy al exterior y hago recitales hay bastantes hombres, pero claro que en mi público hay más mujeres que hombres.  No es tan exclusivo, pero sí me imagino que alguno habrá que lo pensará como literatura “chick”, “chick lit, por los temas, pero eso no me importa porque realmente aunque yo escribo para los dos, para mí es importante que el hombre lea la visión femenina a partir de sí misma, no a partir de la concepción masculina de la mujer.

Entrevistadoras: Dado al cambio radical de clima político y social que ocurre con la finalización de las guerras en Centroamérica y la inserción de esta región en el nuevo sistema neoliberal, la literatura centroamericana surgida de las guerras inevitablemente hoy adquiere nuevas dimensiones. ¿Cómo situás en el hoy de posguerra a la vasta literatura centroamericana surgida de aquel período? ¿Cómo sugerís que sea leída?

Belli: Depende, porque yo pienso que surgió dentro de la literatura del período revolucionario  y de confrontaciones en Centroamérica, una literatura que se puede inscribir dentro del género testimonial.  Este fue muy importante como parte de la memoria histórica.  No sé quien era que decía que la única manera de contar la historia honestamente era a través de la autobiografía porque estás hablando a partir de un referente que es subjetivo, que no estás engañando a nadie pretendiendo decir que esto es lo que objetivamente pasó.  Con un referente que es subjetivo el lector sabe que está leyendo la opinión de alguien.  Creo que la literatura centroamericana está muy marcada por el enfoque sociológico pues trata de desentrañar los procesos sociales.  Incluso desde antes, porque Miguel Mármol es bastante anterior a todo esos procesos revolucionarios pero habla precisamente del origen de esos procesos revolucionarios.  Entonces si querés trazar la historia hacia atrás, todo ese proceso ya está en la literatura centroamericana previa.  La literatura de posguerra es interesante porque realmente pienso que en parte, es la literatura del desencanto, de la disolución, de las secuelas que dejó la guerra.  Yo pienso ahora en una novela muy buena de una escritora chilena, Mónica Zalaquett, ella vive en Nicaragua desde hace muchos años.  Escribió Tu fantasma, Julián.  Esta es una novela hermosa que casi no se conoce.  Es sobre un reencuentro entre un Contra y su hermano que peleó al otro lado.  Y de eso hay bastante escrito.  Creo que esos libros son un poco la recapitulación y la reevaluación de lo que pasó.  Pero en realidad creo que todavía estamos muy cerca del hecho histórico para que haya una reevaluación—para que la ficción esté más marcada.  Porque pienso que más que todo, hay libros de recuento de la memoria, por lo menos en Nicaragua.  Por ejemplo, yo no he podido conseguir un libro de Horacio Castellanos Moya, que dicen que es excelente.  Me encantaría leerlo.  Después tenés a Rodrigo Rey Rosas, que es totalmente otra cosa.  Y hay toda esa tendencia a salirse del espacio, a buscar por otro lado, un poco yo me siento así con Juana (El pergamino), que hay una necesidad de poner un espacio de silencio para procesar, no apresurarse, hacer una evaluación, o para permitir que la pasión—todavía la pasión está muy viva— no te deje la distancia suficiente para poder convertir en un tema literario esa vivencia. Yo creo que todavía no existe la distancia suficiente para convertir esa vivencia en un tema literario.  Y como nosotros en Centroamérica, en Latinoamérica, estamos tan acostumbrados a convertir las vivencias en temas literarios, yo creo que eso explica un poco que nos hayamos salido de esa realidad, porque esa imposibilidad afectiva, casi emocional, hace que busquemos otros temas de qué escribir, de cosas que no tienen nada que ver con este espacio.

Entrevistadoras: Volviendo la vista atrás, y como lectora que lee desde un lugar muy especial, desde el ejercicio de la escritura, ¿cuál sería tu recuento de los aportes, aperturas, énfasis, olvidos y puntos ciegos de la literatura del Boom?

Belli: Yo veo sólo cosas buenas en la literatura del Boom.  Yo sinceramente pienso que fue un aporte extraordinario en todos los sentidos porque fueron tantas cabezas brillantes coincidiendo en un tiempo histórico cada cual con una individualidad bien marcada.  A veces sucede que hay escuelas.  Ellos no fueron una escuela.  Coincidieron en el tiempo pero no en el estilo ni en la tendencia.  Claro, cada quien tuvo sus adeptos; su gente que siguieron, que fueron más bien seguidores de cierto escritor.  Pero yo creo que si hablás de las figuras centrales como Carlos Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, José Donoso, ellos tuvieron una luz extraordinaria, alumbraron la renovación de las letras latinoamericanas.  Con cierta injusticia hecha a muchos grandes escritores que debieron haber merecido más relevancia de la que llegaron a tener.  También fue un fenómeno mediático la literatura del Boom.  Por eso la conocemos tan bien y no conocemos mucho a Miguel Ángel Asturias o a Arguedas, o que sé yo, porque no tuvieron ese mismo lanzamiento, porque también los del Boom quebraron el cerco de la literatura latinoamericana en términos de traducciones, de salir al mundo editorial más ancho.  Esto coincidió con el descubrimiento que hicieron los editores de que la literatura latinoamericana podía ser vendible en el primer mundo.  También de ahí hay que ver qué ha hecho el realismo mágico sobre todo—creo que ha sido una fiebre que también ha sido abusada en América Latina como fórmula, aunque es cierto que el realismo mágico es una realidad en nuestros países. Por ejemplo te voy a decir que en Nicaragua el Presidente del Consejo Supremo Electoral tiene un pingüino en su casa. Se los juro—alguien le regaló un pingüino. Es un tipo que es millonario porque es bien corrupto, entonces tiene un cuarto frío en su casa y allá tiene un pingüino. Se pueden imaginar, el realismo mágico. Yo lo cuento eso en un libro y todo mundo cree que es un invento. También hay que entender que la gente que usa el realismo mágico en cierta manera es compelida por la propia realidad. Pero también se abusó bastante, hubo mucha copia del estilo. Todo mundo quería ser el próximo García Márquez.

Entrevistadoras: Sabemos que vienes de participar como miembro del jurado de la segunda edición del Premio Iberoamericano Planeta Casa de América de Narrativa que ganó el chileno Jorge Edwards y que hubo una gran participación de escritores latinoamericanos. ¿Qué tendencias ves en la literatura latinoamericana actual?

Belli: Muy difícil de catalogar. Son bien diferentes. Por ejemplo, entre los finalistas había una que era sobre las cartas del tarot, una novela bien ambiciosa pero bastante tersa.  Había otra que era una cosa muy erótica, pero escrita por un hombre con un personaje femenino.  Esta que ganó de finalista era sobre el Opus Dei, de Fernando Quiroga, colombiano. Y también estuvo la novela de Jorge Edwards, claro, que era una novela muy hermosa, sobre una generación de escritores que en Chile estaban metidos en la cosa revolucionaria sin estar metidos; era un punto de vista del observador que no se involucra totalmente. No se puede decir que hay una tendencia.  La tendencia más clara, me parece a mí, es la que marcaron los que hablaron de McOondo.

Entrevistadoras: Sabemos que tú has escrito en dos blogs de Internet, para El Nuevo Diario y The Guardian. ¿Qué diferencia hay en el escribir en el Internet? ¿Esta forma de comunicación masiva, crees que aumenta o resta el poder de la palabra escrita?

Belli: Reta, porque estás compitiendo en un medio donde el nivel de concentración es mucho menor de la gente que está leyendo, está haciendo “zapping”, yendo de una cosa a la otra.  Entonces te obliga a un lenguaje mucho más conciso, preciso; se acabó el rococó, el barroco, todo eso del lenguaje, pero al mismo tiempo te pone en contacto.  Es un fluir de las ideas, que yo no sé cómo va a cambiar la forma de funcionar de la mente de la gente en el futuro, pero es interesantísimo ver cómo va a funcionar.  Yo veo a mi hija de 14 años que está haciendo tarea, chateando, oyendo música, viendo una película detrás de la tarea.  No sé si esto va a volverla loca o genia.  No sabés.  Yo siento que productivamente a mí me ha afectado.  Porque ahora que estuve en Nicaragua, la cantidad de tiempo que tenía para leer, para pensar, para escribir—porque estoy menos asediada por tantas cosas—era mayor. Yo como práctica de mi escritura, yo termino a las 11 de la mañana en mi casa de hacer todo lo que es “e-mail” y me voy a una oficina donde no tengo conexión de Internet.  Y entonces es la única manera que puedo escribir mi novela, porque no me distraigo.  No tengo ninguna distracción, no tengo teléfono, no tengo Internet.  Estoy allí encerrada, sólo con la computadora, solo con el Word.  No tengo la tentación.  No sé si las generaciones que vienen ahora van a poder manejar toda esa avalancha de información.  Yo siento, por lo menos, que cuando uno está con el Internet en frente, podés perder tanto tiempo.  Es como la televisión—como cuando uno se pone frente a la televisión y se queda allí hipnotizada y no estás viendo nada.  Podés pasar dos horas tranquilamente “zapping” y si te ponés a pensar ¿qué pasó?, no te quedó nada.

Entrevistadoras: ¿Proyectos para el futuro? ¿Algo más que quisieras añadirle a la entrevista?

Belli: Voy a empezar a trabajar en otra novela que es más política, sobre unas mujeres que toman el poder en un país.  Pertenecen al partido de la izquierda erótica.  Originalmente era una especie de broma, pero le estoy dando vueltas y pienso que se pueden hacer cosas, voy a ver.  Estoy apenas empezando a esbozar la idea.

Entrevistadoras: ¿Pero las mujeres llevan al poder a otra mujer, lo cual sería un inusual acto de solidaridad femenina?

Belli: Las mujeres toman el poder total.

 

 

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